27 sept 2015

Leo, después me ensarto.

I

No hay insomnio que aguante tres sacudidas, ni presión que a fuerza de voluntad no se pueda liberar. Ya le he dado muchas vueltas al asunto y de acordeón me va a quedar, tendría que estarle dando a la máquina de escribir para sacar ese cuento vaquero, pero aquí estoy, dándole puño a puño mientras resuelvo mi problema de noviero.
Laurita me traes loco, no te la voy a perdonar. Esto parece que va en serio; antes cuando una chica quería formalizar lo invitaban a uno a cenar con los papás, ahora cuando uno es el indicado ellas te presentan a sus enanos; y para mi mala suerte a mí me tocaron las dos: ir a una comida con los suegros y conocer a los chamacos de Lau.
Que presión siento, está es la prueba de oro para poderla probar. Todo me lo juego ahí, si los papas me dan el visto bueno, si los niños se encariñan conmigo, estoy del otro lado. Pero… ¿Cómo lograrlo? ¿Qué decir? ¿Qué hacer? ¡Bah!  
¡Ay Laurita! si supieras que solo la nuca te quiero soplar no me pondrías a sufrir, vaya calentón que me dejaste esta tarde, y por eso mismo no te la voy a perdonar. Quieres ponerme a cuatro con tus papás, y a aguantar a tus chiquitos, me das un susto terrible. Qué escritor en su sano juicio crees que se quiera prestar a tales juegos, pero si a juegos vamos, mañana me los voy a tronar.

II

Toc, Toc.
            ꟷ Adelante, puede pasar.
            El escritor entró al cuarto, una habitación clásica pero con buen gusto, observó al fondo un librero lleno de obras de varios tomos bien ordenados, a mitad de la sala un diván café de auténtico cuero, y a su derecha una psicóloga que lo hizo sonreír y olvidarse por un momento de su pérdida amorosa.
            ꟷ Adelante por favor, tome asiento, ¿es su primera vez?
            ꟷ Sí.
            ꟷ ¿Está nervioso?
            ꟷ No, ya he estado nervioso muchas veces.
            La doctora sonrío al darse cuenta del juego de palabras. ꟷ Por favor recuéstese, voy para allá, ¿Cuál es tu nombre? ¿A qué te dedicas?
            ꟷ Benito… Benito Camelo, soy escritor. ꟷ Le dijo esto con cierta risa nerviosa mientras no perdía de vista cada movimiento de ella.
            ꟷ Es usted muy gracioso, cuando llamó mencionó que era una emergencia. De haber sabido que no era así no hubiera aceptado verlo, dígame su verdadero nombre.
            El ceño se le frunció a Benito, mientras el tono de voz se pintaba de cierta tristeza.
            ꟷDisculpe usted doctora Melo, al entrar aquí sentí cierta calidez humana y olvide por un momento mi torpeza de ayer. Aunque en eso del nombre no juego, ese es mi nombre y tal vez la penitencia por la que estoy aquí. Soy Benito Camelo Fierro.
            En cuanto escuchó esto, Dora, tomó su libreta y se sentó en la silla que estaba a un costado del diván y le dijo con cierto aire de franqueza: ꟷ Me siento apenada ahora, no era mi intención burlarme de tu nombre, mejor comencemos con la sesión, por qué has venido.
            ꟷ No es para que se apene, tómeme sin cuidado lo que voy a contar. Vengo porque me lo ha pedido ella; ayer según  la lastime y me recriminó que estaba enfermo, que era un pervertido, y que sí quería volver a saber algo de ella tenía que demostrárselo buscando ayuda. Y bueno, aquí me tiene.
            ꟷ ¿Quién es ella? ¿Qué paso ayer con ella?
            ꟷ Laura se llama, una chica con la quería encamarme. Ayer tuve una cita con su familia, y francamente tiene algo que ver con el albur. Lau quería jugar conmigo poniendo pruebas de formalidad de pareja, y a mí eso de juegos no me gusta, prefiero derecha la flecha, así que le di una cucharada de su propio jarabe. Me la pase albureando toda la tarde a sus papás, ya son mayores y buenas personas, no agarraron ni una sola pluma del pájaro que les metía en su jaula, digo en su casa. Me divertí bastante, cuando me retiraba, ella me acompañó a la puerta y con lágrimas en los ojos me reclamo lo grosero que había sido, etcétera, etcétera. Ahora que lo pienso ella si me quería.
            ꟷ Exacto, no era una prueba, sino un paso de cualquier relación. La confianza se forja cuando tu pareja te apoya en todos los entornos y personas que conoces. Desde que llegaste estás albureándome, ¿te das cuenta?
            ꟷ Sí, soy muy alburero, desde pequeño le tomaba por sorpresa a los demás mi ingenio para para dejarles caer mi agudo manejo de la lengua. Aunque a todos les divertía al principio, terminaban incomodándose con la dureza de las frases que les decía. Se alejaban de mí, así que lo considere un arte de defensa personal para ahuyentar a las personas.
            ꟷ Tienes un serio problema, lo disfrazas de arma para defenderte, crees que eso es una virtud.
            ꟷ Me gusta eso de disfrazar el arma, como ponerle una funda.
            ꟷ Eres asqueroso. Abusas del albur, lo empleas para todo en toda situación y crees que algo común. Durante mucho tiempo alejaste a las personas que no querías, pero ayer terminaste dañando a alguien que te importaba, aunque creas que sólo la querías encamar, te has enamorado y si sigues así vas a alejar a todos de ti.
            ꟷ No me importa que se alejen todos, creo que sólo quiero recuperar a ella.
            ꟷ Hay dos caminos para curarte. Uno largo de varias sesiones en los que tendríamos que descubrir de donde viene esto, tal vez es un trauma, y en tal caso el dialogo nos hará solucionarlo. Otro camino, que es mucho más rápido, es que en este momento haríamos hipnosis y así, digamos, que te reprogramaría. ¿Qué eliges?
            ꟷ ¡Hipnosis! Vaya estafa, yo creí que estaba con una doctora profesional y me sale con charlatanerías. ꟷ Al terminar soltó unas risas sonoras que incomodaron a Dora. ꟷOk, escojo la opción rápida, de una vez intentemos eso de hipnotizarme.
            La doctora con un enojo disimulado en la cara y una leve sonrisa maliciosa se paró y saco de su escritorio un reloj de bolsillo. Y con una voz profunda le dijo: ꟷ Vas a ver este reloj, lo voy a mover como un péndulo, y quiero que lo sigas fijamente mientras cuento hacia atrás.
            ꟷ Doctora ¿qué le pasó a su voz?
            ꟷ ¡Concéntrate! Mira el reloj. ꟷ. Y así lo hizo Benito, veía fijamente el reloj mientras escuchaba a Dora: ꟷ Te sientes muy cansado, cada vez que el reloj se mueva para un lado vas a sentir tu cuerpo más cansado, 10… 9… 8… los brazos te pesan, los parpados más, 7… 6… 5… sientes mucho sueño, cuando truene los dedos dormirás,  4… 3… 2… cuando duermas obedecerás mis órdenes, 1… ¡chaz! Duerme.
            Benito cayó en un profundo sueño, mientras tanto Dora le ordenó que levantara una mano y cacareara como gallina para asegurarse, y éste obedeció. Posteriormente le indicó que se desvistiera hasta quedar desnudo, y que se pusiera en cuatro patas sobre el diván. La doctora se quitó el pantalón y saco de un archivero un cinturón negro de cuero del que colgaba un descomunal miembro de plástico para ponérselo, le unto un líquido al miembro y le dijo a Camelo: ꟷ  Cuando truene los dedos vas a despertar, pero no podrás mover tu cuerpo, sólo podrás hablar, mover el cuello y la cabeza. ¡Chaz!
            ꟷ ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?
            ꟷ Estas en mi consultorio, soy la Dra. Melo. ¿Me recuerdas?
            ꟷ Sí, ya recuerdo me hipnotizó. ¿Por qué estoy desnudo?
            La doctora soltó una risa muy fuerte y le dijo con cierta rabia: ꟷ Te burlaste de mi profesión y de la hipnosis, pero aun así voy a curarte del albur. ¿Eres escritor, cierto?
            ꟷ Sí, pero eso que tiene que ver con esto y con encuerarme.
            ꟷ ¿Conoces la frase de todo escritor es antes un buen lector? Pues voy ahora te voy a partir y no te estoy albureando; para curarte y que aprendas a respetar mi profesión te la voy a dejar caer. Así sacaré al lector que tienes en ti, sino eres lector menos serás escritor, y así tu ingenio para manejar el doble sentido de la lengua se perderá.
            Dora se puso atrás de Benito, lo tomo de la cadera con una mano y con la otra tomó  el miembro de plástico para introducirlo en su ano. Empezó a presionar muy fuerte, cada vez más, él sólo gritaba de dolor: ꟷ Me duele, me estas partiendo en dos.
            ꟷ De eso se trata.
            Poco faltaba para que Dora terminara de introducir la parte más gruesa del miembro, cuando Camelo grito tan fuerte que cerró los ojos. Al abrirlos vio en el suelo otro cuerpo idéntico al suyo.
            ꟷ Te he partido, eso que ves es tu yo lector. Lo has perdido, estás curado, no más albur. Ahora cuando truene los dedos te vas poder mover, te vas a vestir y podrás irte.
            ¡Chaz!

III

ꟷ Dra. Melo ¿Qué me ha hecho? Llevo semanas sin poder publicar, he perdido mi trabajo, escribo pero cuando lo leo para poder revisar y corregir, simplemente, no puedo. ¿Sabe usted qué le pasa a un escritor cuando no puede corregir sus escritos? ¿Cuándo simplemente publica lo que le viene a la mente? Soy un fracaso.
            ꟷ Veo que has aprendido la lección. No puedes hablar sin pensar claramente en el efecto que produces en las personas, puede ser que hayas tenido ingenio en el lenguaje pero si sólo lo ocupas para joderte a los demás terminas jodido ¿Lo recuerdas? ꟷ Una burla se dibujaba en la cara de Dora.
            ꟷ Regréseme a mi yo lector, lo necesito, no sé hacer nada más. Porque de tener a Laurita mordiendo la almoha… Ve, ni siquiera puedo decir eso. Porque de tener a Laurita como mi pareja a tener mi arte, prefiero miart… ¡Carajo! Prefiero el arte.
            ꟷ No puedo ayudarte, cuando te fuiste tu yo lector se esfumo. Sin embargo, puedo decirte cómo encontrarlo, como bien sabes cada lector se encuentra con el escritor en el texto, aunque no hay un dialogo per se, es una vía de comunicación. Escríbele al lector para encontrarlo y hacerlo tuyo de nuevo.

IV

Hola Lector. Sé que no estás muerto, al contrario vives y le das una vida diferente al texto en cada lectura. Me es extraño escribirte a conciencia, y complicado si tomas en cuenta que no puedo corregir lo que digo, como en una conversación tradicional: estas palabras una vez escritas no pueden ser corregidas.
Se supone que debo hacerte mío por medio del lenguaje, ya sea atrapándote o seduciéndote con el sin fin de mundos que se pueden crear por las miles de significaciones que tiene el lenguaje.
Sin embargo, debo decir que te admiro profundamente, tu acto de lectura me parece valiente y aventuro, y que encierra en sí una hermosa paradoja: lees con los ojos abiertos, obviamente, pero a la par tienes la vista tapada hacia adelante, no sabes qué es lo que vendrá, no puedes ver más allá de cada palabra que tienes enfocada, y sin importar eso te avientas, con valentía, a seguir leyendo sin imaginar lo que viene para ti; te admiro porque caminas con la esperanza de maravillarte con los mundos ficcionales en un texto que puede estar minado.
Ahora me pregunto y te pregunto ¿Si alguna de estas minas fueran una aparición inesperada de algún giro del lenguaje, te atraparía? No lo sé, y eso es raro, debería saberlo ya que de escritor, también, como tú, soy un lector. Así que ahora, que somos tal vez el mismo, te dejo estas palabras querido aventurero, ansiando que atraparte:

Duermes cada noche entre las colchas de Telas Poncho,
tras haber leído setecientas y pico páginas de tu novela favorita
y haber tomado un té de ramo blanco, que calme, tal vez,
las agruras de cenar tarde unas tortas de chorizo en papas,
ya que si el té no ayuda, puedes ponerte una inyección
intrapiernosa de Tentramitrozon Forte.


Fin.


* Cuento publicado en el 5to numero de la revista Aeroletras (Septiembre del 2015). http://www.aeroletras.org/revista-digital


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