I Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo.
II Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia
IV Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba el viento frío”, no hay en lenguahumana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino
X No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
13 may 2012
La teoria del Iceberg
Un texto literario es un fragmento de una ficción que deambula entre los implícito y lo explícito; esto es, entre lo que describimos y lo que realmente queremos contar; o dicho de otra manera, entre los que se muestra y lo que se omite de forma intencionada, pero que poco a poco sale a flote.
De ahí que la intensidad de nuestros vuelos literarios dependa en muchas ocasiones de la síntesis de la narración y los detalles escondidos y de lo certero del lugar que ocupan en el texto estos detalles mínimos, aunque esclarecedores, que subyacen párrafo a párrafo a lo largo de la lectura.
Ernest Hemingway, nacido en Oak Park, Chicago, en 1899, describía este proceso mediante un símil: “siempre intento escribir de acuerdo con el principio del iceberg”, decía. “Hay nueve décimos [del bloque de hielo] bajo el agua por cada parte que se ve de él. Uno puede eliminar cualquier cosa que sepa y eso sólo fortalecerá el iceberg”, afirmaba el creador de El Viejo y el Mar.
El premio Nobel de Literatura de 1954 aconsejaba recopilar toda la información necesaria para documentar la ficción, elegir de entre ella la meramente imprescindible y mostrarla de forma sintética. El objetivo estaría, entonces, en conseguir que el lector intuya lo que el narrador quiere contar, sin que ambos pierdan el rumbo.
“Si un escritor omite algo, porque no lo sabe, habrá un agujero en su relato. El Viejo y el Mar podría haber tenido más de mil páginas, y dar cuenta de cada personaje, cómo vivían, cómo habían nacido,… No cuento ninguna de las historias que conozco sobre la aldea de pescadores. Pero este conocimiento es lo que constituye la parte sumergida del iceberg”, concluía Hemingway.
Grandes palabras de este gran aviador estadounidense de la literatura universal.
La anécdota:
Gregorio Fuentes, un marinero nacido en Lanzarote (Islas Canarias), pero afincado en Cuba, fue compañero de aventuras de Hemingway desde 1940. El escritor estadounidense le dijo, tras recibir el Nobel en 1954: “Mira, tenemos dinero. A esto también tú tienes derecho”, según publica El País en su edición del 14 de diciembre de 2002.
Artículo publicado en diciembre de 2002 / Aviondepapel.com http://www.aviondepapel.tv/2008/01/ernest-hemingway/
15 abr 2012
Poesia
Si algún día te roban un beso
y a cambio, le robas la vida,
la tomas con fuerza salvaje,
devorándola entre el brillo y el tormento.
Vienes y escribes, aun con la adrenalina,
Y queda impregnada en la hoja
la rebaba de las caricias que te sobresaltan en la nuca.
¡Eso es poesía!
Si tienes, por decir algo,
un instante de ataque de furia,
de inconformismo;
y quemas todo,
rompes con un palo el sillón cómodo
sintiendo que por fin estas liberado.
Y lo primero que gritas
es algo que se vuelve poesía,
por su fuerza, por su rabia,
por su belleza.
Tu grito habrá servido
para desgarrar a mi alma
y sus ataduras.
Si lo anterior es lo tuyo,
por condena o por azar.
Y aun te queda un respiro de vida
para llevarme al infierno,
quemarme,
y dejarme ahí, ardiendo
gritando y devorando salvajemente…
¡Yo te leo!
Paul Peña.
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